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¿Instituciones vascas o vascos en instituciones? Argentina (1850/1920) (I/II)

Marcelino IRIANNI, IEHS - Conicet. Argentina

A decir verdad este tema se presenta1, al igual que el de los matrimonios étnicos, con una amplia gama de matices intermedios, principalmente porque en ello juegan dos variables incómodas —tiempo y espacio— al momento de sintetizar un proceso o intentar homogeneizar experiencias.2 Entre la idea de que una mutual pudiese congregar en sus límites a todos los compatriotas y la atomización social de aquellos inmigrantes que no contaran con instituciones propias, no tenemos duda de que existe mucha tela para cortar. El caso vasco, y en menor medida el irlandés, ha venido a dar por tierra con muchos de aquellos supuestos; por ejemplo, no contando con instituciones o participando indistintamente con otros grupos mayores. No es un dato menor el hecho de que los vascos eran reacios a asociarse al Laurak Bat de Buenos Aires; lo mismo sucedía, según Alejandro Fernández3, con los españoles y su mutual en San José de Flores. Se podría pensar, en principio, que la participación de un inmigrante en una institución mutual o bancaria de tipo étnico era tan sólo un aspecto de la vida cotidiana de aquél. Al igual que ocurría con los casamientos con paisanos, la agrupación podría colaborar en el fortalecimiento de la imagen de colectividad, pero difícilmente pudiese competir con la inevitable asimilación que provenía del mundo laboral, del vecindario, del trato diario en los cafés o el almacén...

Hagamos, de todos modos, un breve repaso de las instituciones vascas en Argentina durante el período 1840-1920. El Centro Vasco Laurak Bat de Buenos Aires fue fundado en 1877 por trece inmigrantes vascos que, preocupados por la situación crítica que atravesaba Euskal Herria tras la guerra carlista y la pérdida de los fueros, pretendían crear una sociedad como medio de manifestar su solidaridad con los vascos peninsulares.4 Se convino unánimemente en la formación de un centro denominado Sociedad Vasco-Española Laurak Bat. En la misma ciudad, y en buena parte producto de disidencias entre “vascos y vascongados”5, surgieron posteriormente otras instituciones menores, algunas evidenciando intenciones regionalistas y otras forzando un panvasquismo casi inalcanzable. El Centro Vasco Francés (1895) y el Centro Navarro (1895) son acaso las más importantes. Siempre en el mismo escenario capitalino, en 1907 se inauguró el Instituto Euskal Echea, que contaba un asilo y establecimiento educacional y cuya principal característica era —inicialmente— acoger a los vascos sin distinción de regiones.

Entrada principal al Instituto Euskal-Echea de Buenos Aires

Entrada principal al Instituto Euskal-Echea de Buenos Aires.

Muy lejos de allí, en un ambiente totalmente diferente, un cronista de una publicación euskalduna rioplatense observaba que “ya por 1890, los residentes vascos de Bahía Blanca expresaban sus inquietudes de agruparse en un centro para mantener latente el recuerdo de la Patria, cultivar sus tradiciones y costumbres y ayudar al inmigrante vasco. Así, el 29 de Enero de 1899, 47 socios fundadores crearon la Sociedad Laurak Bat de Socorros Mutuos”.6 Otra institución surgida en nuestro período de estudio se ubica en Rosario. Nos referimos al Centro Vasco Zazpirak Bat, inaugurado en 1912.7 Salvo en el caso de Bahía Blanca, y significativamente, hemos visto que se trató de instituciones surgidas en grandes ciudades. En el resto del territorio, y no porque no hubiera vascos, la mayoría de los centros euskaldunes nacieron a partir de la llegada de los exiliados políticos del régimen franquista, durante la década de 1940.8 Una primera reflexión sugiere que, a diferencia de los pueblos del interior, las grandes ciudades restaban protagonismo a los vecinos; la debilidad de aquel rol pudo reforzar la de ciudadanos e incluso predisponer, ante la falta de posibilidades de participación política o comunal como en el interior, a iniciativas en la conformación de instituciones propias. Por el contrario, Graciano Ayzaguer, Arahabeti o Bautista Altabegoity —al igual que el danés Fugl— no necesitaban un centenar de paisanos detrás para alzarse con un puesto en la Corporación Municipal de Tandil. Es posible que en Rosario o en Buenos Aires haya funcionado bien la conformación de instituciones étnicas por parte de grupos minoritarios de inmigrantes que habían progresado económicamente pero no contaban con elementos de poder para presionar por un espacio social ante la elite nativa. El caso bahiense es, mirado con detenimiento, distinto de lo sucedido en Buenos Aires o en Rosario. Mientras allí se fundan centros vascos, en Bahía Blanca se conforma una mutual en una fecha tan temprana como 1899, institución que en nuestra creencia debió estar mayormente ligada a intentos de solución de deficiencias del medio por parte de los inmigrantes que a problemas de identidad.

En el período que nos interesa hubo distintos tipos de instituciones que debieron responder a demandas diversas de los sectores sociales. También es razonable pensar que debieron ejercer distintas influencias según el medio en que se erigían: gran ciudad, pueblo pequeño, etc. Los vascos contaron, salvo en la capital del país, con un número casi insignificante de instituciones propias. Incluso en la propia ciudad de Buenos Aires, la natural tradición de los euskaldunes a participar en instituciones españolas, francesas y nativas era un obstáculo insalvable a la hora de intentar conformar un organismo financiero propiamente vasco. Contamos, para ilustrar esta idea, con las reflexiones que vierten en La Vasconia en 1899 algunos vascos adinerados que ven frustrada la posibilidad de crear un banco vasco al cual llevar sus ahorros:

Por desagradable que sea el efecto que ha causado en la mayoría de los vascongados el fracaso de esta iniciativa, hay que confesar que es lógico que haya sucedido así. Las fracciones vascongadas que se dedican al comercio y a las industrias urbanas se confunden en española y francesa, y están identificadas con los establecimientos bancarios que llevan el nombre de su respectiva nacionalidad, en los que actúan como socios, directores y clientes. Se agrega el hecho, por cierto honroso, de que el vascongado es muy agradecido y muy constante con las instituciones de crédito que le han ayudado a formarse o bien a desenvolverse. Creemos que si el Banco Basko ha fracasado es porque se ha iniciado en condiciones incompatibles con las necesidades de la colectividad que veníamos a representar.9

Incluso en Bahía Blanca tal ausencia de instituciones, pero principalmente las deficiencias que presentaba el medio, llevó a la aparición natural de fondas y hoteles de vascos como ámbitos naturales de sociabilidad euskalduna. Pedro Laborde, vasco francés, “se radicó en el país en 1889. Luego de varios años se convirtió en el dueño del gran hotel Vasconia, uno de los mejores atendidos y de mayor clientela de la floreciente ciudad. Es también ganadero, se dedica al acopio de cereales y a la importación. Actualmente [1910] es consejero del Banco Popular Español y del Banco Basko Asturiano, agente y accionista de La Rural contra el granizo. Su casa es como un banco para la población que vive en la campaña”.10

Por su parte, el guipuzcoano Manuel Lopetegui se marchó de Euskal Herria en 1871 con rumbo a la Argentina. Como muchos otros vascos, alternó las tareas agrícola-ganaderas con la hotelería. José Uriarte (1917) consigna que en 1910 posee un confortable hotel, llamado Lopetegui, instalado en un edificio de su propiedad y muy frecuentado por la colonia euskalduna. En la floreciente Bahía Blanca es muy apreciado sobre todo por sus paisanos, que ven en él un hombre entusiasta. Un último ejemplo dedica la atención a don Marcos Imaz, radicado en Bahía Blanca desde 1878, fecha en que llegó al país. Luego de una serie de empresas mercantiles, se decidió a implantar en la ciudad el Gran Hotel Los Vascos. El prestigio que tiene entre sus convecinos explica que en distintas ocasiones haya sido elegido para desempeñar varios cargos honoríficos, como el de tesorero de la Sociedad de Hoteleros Unidos y otros igualmente importantes. En la última década del siglo XIX, los lectores de La Vasconia de otros pueblos podían entusiasmarse o confundirse al ver que “los vascongados residentes en Bahía Blanca han formado un círculo bajo el simpático nombre de Laurak Bat. La elección del entusiasta éuskaro Luis Bárbara para presidente provisorio del Centro no puede ser más acertada, dadas las simpatías que goza dicho señor entre la colonia vascongada de aquel partido”.11

Existen decenas de ejemplos en otros puntos de la provincia. Podemos referirnos, para observar la multiplicación del fenómeno, a sitios no escogidos para el análisis de nuestro estudio.

José Goenaga (de Irún) desembarcó en Buenos Aires hacia 1886; luego de dedicarse a tareas propias de la ganadería y la agricultura, comparte hoy sus actividades con las que le demanda el Hotel Vasconia, de su propiedad. Por su honorabilidad y notoria competencia, el señor Goenaga ha sido elegido para desempeñar importantes cargos como la Presidencia de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Maipú, siendo además consejero del Banco Provincia. Prueba evidente de su honradez, es el hecho de que buena parte de los residentes baskos confían a Goenaga la gestión de sus intereses.12

1 Este trabajo forma parte y ha sido financiado por el Proyecto de investigación HAR2009-10929, cuya Directora es la Dra. Concepción Navarro Azcue.

2 Podríamos agregar otras, como las distintas coyunturas (nacional e internacional) y hasta el estado de los mercados de tierra y de trabajo, todo ello sin contar los momentos de fobia hacia el extranjeros.

2 Fernández, Alejandro: “El mutualismo español en un barrio de Buenos Aires: San José de Flores (1890-1900)” en Estudios Migratorios Latinoamericanos. Buenos Aires, CEMLA, Nº 13. 1989.

4 La expresión Laurak Bat significa “cuatro en una” y hace referencia a las cuatro provincias españolas, incluida Navarra.

5 Expresiones que, según Álvarez Gila, identificaban a ambos bandos. Los vascos eran, según este autor, los patriotas (abertzales), partidarios de la unión de los siete territorios tradicionales, o al menos de los cuatro peninsulares. Los vascongados eran llamados así, peyorativamente, como sinónimo de españolistas. Alvarez Gila, Oscar: “La formación de la colectividad inmigrante vasca en los países del Río de la Plata (siglo XIX)” en Estudios Migratorios Latinoamericanos. Nº 30. Bs. As., CEMLA, 1995.

6 La Vasconia nº 193, febrero de 1899.

7 La expresión Zazpirak Bat significa “siete en una” y alude a las cuatro provincias españolas y a las tres francesas.

8 Dos excepciones son el Centro Vasco Euskaldunak Denak Bat de Arrecifes (1921) y el Euskal Echea de Coronel Suárez (1912).

9 Juan Jaca, “El Banco Basko. Las causas de su fracaso”, La Vasconia, nº 205, 1899, pp. 300-301.

10 La Vasconia, Nº 10, 1897.

11 “Sección americana”, La Vasconia, Nº10, 1894.

12 Ibidem.

 

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